Por cierto trámite que tuve que hacer hace unos días, me sumergí en las profundidades de los archivos que guardaba en mi vieja computadora y que alguna vez pasé a la nube con la idea de que en algún momento algo podría usar, además de las fotografías o la música que podría estar en alguna de esas carpetas. Lo que pensé aquel día no estuvo mal. Recorriendo las carpetas y los archivos, me encontré fotografías y música que bien podría considerar un tesoro. Fotos de hace tiempo, cuando vivía con mi abuela, mi tío y mi madre. Ahora no están ni mi abuela ni mi tío, dos de las dos personas más cercanas a mí; con quienes crecí y conviví durante mi infancia, y mi juventud. Viendo tales foros recordé alguna navidad, habré tenido unos 10 o 12 años. Recuerdo que en un momento de silencio en la casa, pensé lo felices que eran esas celebraciones (normalmente). Anhelando que aquella felicidad durara tanto, elevé una plegaria, rogando por que mi abuela pudiera estar presente en nuestras vidas por muchos años más. Ahora recuerdo aquello, y me diy cuenta lo lúcido de aquella plegaria, pues era mi abuela (igual que mi tío y la familia reunida) lo que conformaba el corazón de aquella felicidad. Así, entre recuerdos, pasé horas. Recordar con nostalgia momentos felices de la vida es también un regalo de la vida. Espero que de ahora en adelante también pueda construir momentos felices. Y también espero tener la capacidad de agradecer cada día por lo que tengo y por la compañía de quienes sinceramente me aprecian.