Testimonio cristiano | He encontrado la verdadera felicidad
Zhang Hua, Camboya
Yo nací en una familia de agricultores común. Aunque mi familia no era rica, mi padre y mi madre se amaban y me trataban muy bien. Nuestra vida familiar era bastante abundante y bendecida. Cuando crecí, me dije: debo encontrar un marido que me trate bien y debo establecer una familia dichosa y feliz. Esto es lo más importante. No busco riquezas, sólo necesito tener una relación amorosa con mi marido y una vida familiar apacible y feliz.
Conocí a mi marido a través de un conocido mutuo. No me gustaba porque era bastante bajo, pero mi padre y mi madre lo miraban con buenos ojos. Ellos me decían: “Tiene buen corazón y te tratará bien”. Vi que mi marido trataba a las personas de forma muy sincera y parecía alguien que trataría bien a su familia. Pensé: “No pasa nada porque sea bajo. Mientras me trate bien, está bien”. Como consecuencia, estuve de acuerdo con la boda y en 1989 nos casamos. Después de casarnos, mi marido me trataba con mucha ternura y me cuidaba muy bien. Mi vida matrimonial era muy dichosa y abundante. Mi marido me trataba bien y yo recordaba eso en mi corazón. Yo también cuidaba de él atentamente y pensaba en él en todos los aspectos. Cuando nacieron nuestras dos hijas, con el fin de que él estuviera tranquilo en el trabajo, yo me quedaba en casa y cuidaba de la familia. En esa época, mi hija pequeña enfermaba con frecuencia. Una vez, durante la noche, tuvo fiebre de repente. Mi marido estaba trabajando en el turno de noche y no estaba en casa. Aterrada, decidí llevar a mi hija al hospital por mi cuenta. Cuando mi marido supo de esto, quiso volver a casa. Él no quería que yo sufriera demasiado. Yo estaba muy feliz de que mi marido tuviera esta clase de corazón. Después, las dos niñas se fueron del pueblo por sus estudios. Yo alquilé una casa para acompañarlas y cuidarlas mientras estudiaban. Mientras yo pudiera manejar un determinado asunto, no molestaba a mi marido con ello. Aunque en ocasiones era difícil y yo estaba un poco cansada, nuestra relación como marido y mujer estaba llena de amor mutuo y apoyo. Yo sentía que mi vida era muy bendecida.
En esa época, el dinero que mi marido ganaba era justo lo suficiente para cubrir nuestros gastos diarios. Aunque nuestra vida era un poco difícil, nunca me quejé a él. Yo sentía que marido y mujer deberían compartir las alegrías y las tristezas de la vida. Después, la situación económica en el lugar de trabajo de mi marido se deterioró y él apenas podía llevar a casa la mitad de su paga anterior cada mes. Pronto, no habríamos podido pagar los gastos de escolarización de nuestras hijas. En un intento de reducir la presión sobre mi marido, pedía prestado dinero a nuestros familiares con frecuencia. Yo pensaba: “Estas dificultades son sólo temporales. Las cosas mejorarán con el tiempo”. Como pedimos dinero prestado durante tanto tiempo, nuestras deudas se incrementaron cada vez más. Mi marido y yo sentíamos que la presión era muy significativa. En el 2013, mi marido empezó a pensar en irse al extranjero a ganar dinero. Cuando oí esto, aunque estaba reticente, pensé: “Si él se marcha al extranjero durante dos o tres años a ganar algo de dinero, podremos saldar algunas de nuestras deudas y mejorar nuestra situación familiar”. Aún más, nuestras hijas están creciendo y queremos darles un buen entorno. Por el bien de nuestra familia, estuve de acuerdo en que él se fuera a trabajar al extranjero.
Mi marido se fue a Camboya tres años. Durante estos tres años, yo me quedé en casa y cuidé de las niñas y de nuestros ancianos padres. Al principio, mi marido llamaba frecuentemente a casa y demostraba que se preocupaba por la familia. También enviaba dinero a casa. Después, llamaría cada vez menos y enviaría muy poco dinero a casa. Al final, la cosa se puso tan dura que él no enviaba ningún dinero a casa y pasaba mucho tiempo sin llamar. Yo estaba preocupada de que le hubiera pasado algo. Como consecuencia, fui a verlo con las niñas. Cuando llegamos a Camboya y vi que mi marido estaba sano y salvo me sentí muy aliviada. Como esta era la primera vez que íbamos a Camboya, yo iba preparada para permanecer allí con nuestras hijas durante un período de tiempo y estar con mi marido antes de volver a casa. Sin embargo, descubrí que cada vez que yo acompañaba a mi marido fuera de la casa, las personas que lo conocían me miraban con una extraña expresión. Como no hablábamos el mismo idioma, yo no sabía qué estaban diciendo. Una semana después, mi marido trajo de pronto ante mí un niño extraño en sus brazos. Él dijo a este: “Rápido, di hola a tu tía”. En ese momento, simplemente me quedé con la mirada en blanco porque no sabía qué estaba pasando. Cuando pregunté a mi marido, averigüé que era un niño que él había tenido con una mujer que conoció en Camboya. Me enojé indescriptiblemente y no tenía ni idea de qué hacer. Cuando se lo reproché, él contestó prosaicamente: “Esto es muy común. ¡Muchas personas hacen esto aquí!”. Cuando le oí decir esto, me enojé tanto que todo mi cuerpo temblaba. Nunca habría pensado que mi marido y yo nos hubiéramos amado durante tantos años, y que ahora él pudiera decir algo tan frío y cruel y hacer algo tan desvergonzado. Airada, lo abofeteé dos veces con saña. Estaba paralizada por la traición de mi marido. La realidad de esta traición fue como un trueno en un cielo despejado para mí. Él nunca mostró un indicio anterior de que actuaría así. Yo no podía aceptar esto de él. Me senté en el suelo y lloré con amargura. Me pregunté repetidamente: “¿Por qué me haría esto mi marido? ¿Dónde está el marido que yo conocía?”. ¿Podría ser que su promesa de amor eterno, su ternura y su cuidado fueran todos falsos? Yo se lo di todo a esta familia. Nunca pedí a mi marido que me diera dinero o disfrute material. Sin embargo, ahora… La traición de mi marido era una humillación para mí. Yo sentía que no tenía dignidad para seguir viviendo.
Los siguientes días, bañaba mi rostro en lágrimas cada día. Despreciaba a esa mujer y a ese niño. Dije a mi marido que quería divorciarme y estaba preparada para llevarme a mis hijas a casa y abandonar a esta así llamada familia. Yo no pensaba que mi marido no sólo no estaría de acuerdo con divorciarse de mí sino que tampoco quería abandonar a esa mujer. Posteriormente supe que algunos de mis familiares ya sabían que mi marido había encontrado otra mujer y que tenía un hijo con ella. Simplemente me dejaron en la ignorancia sobre ello. Yo sentía incluso más que yo no estaba viviendo con ninguna dignidad. Me sacrifiqué arduamente por esta familia. Nunca habría pensado que se me pagaría con traición y engaño. Mi corazón estaba roto… Esta traición ya era muy dolorosa. Lo que hizo que esto fuera más difícil de aceptar para mí era que las personas que conocían a mi marido y a esa mujer, me miraran de forma extraña e incluso me criticaran. Originalmente, mi marido fue quien me traicionó y esa mujer fue la que destruyó mi familia. Sin embargo, ahora, a ojos de otras personas, yo era la tercera en discordia. No puedo describir el dolor que estaba sintiendo en ese momento. El tiempo pasa lentamente cuando una se siente miserable. En un instante, perdí más de diez kilos de peso.
En el momento en que yo estaba completamente desanimada, encontré la salvación de Dios Todopoderoso de los últimos días. Cuando mi vecina Lin Ting supo de este incidente, vino y me predicó el evangelio. Ella dijo: “Cree en Dios. Dios puede ayudarte”. Sin embargo, al haber estado influenciada por el ateísmo, ¡cómo iba simplemente a creer en Dios! No le di ninguna respuesta. Después, Lin Ting me habló de nuevo: “Lee las palabras de Dios. Él es capaz de salvarte y ayudarte a liberarte de tu dolor”. Ella decía las cosas con tanta sinceridad que me sentí conmovida emocionalmente. Me daba vergüenza rechazarla otra vez y como consecuencia, recibí una copia del libro La Palabra manifestada en carne. Abrí el libro y leí el siguiente pasaje: “La humanidad que abandonó el suministro de vida del Todopoderoso, no sabe por qué existe, y sin embargo teme a la muerte. Sin apoyo ni ayuda, pero la humanidad continúa siendo renuente a cerrar sus ojos, desafiando todo, arrastrando una existencia innoble en este mundo, en cuerpos que no tienen conciencia de las almas. Tú vives así, sin esperanza; él existe de esta manera, sin ningún objetivo. Sólo existe el Santo de la leyenda que vendrá a salvar a los que gimen en el sufrimiento y que anhelan desesperadamente Su llegada. […] Cuando estés cansado y comiences a sentir la desolación de este mundo, no te sientas perplejo, no llores. Dios Todopoderoso, el Velador, acogerá tu llegada en cualquier momento” (‘El suspiro del Todopoderoso’ en “La Palabra manifestada en carne”). Cuando leí las palabras sinceras de Dios, me llené de lágrimas y sentí que Dios entiende realmente a la humanidad. Cuando me enfrenté a la traición de mi marido, quise morir pero no tuve la valentía de hacerlo ni me resigné a morir de esa forma. Perdí la dirección y el propósito de mi vida e incluso quise rendirme. Cuando leí las palabras de Dios, pude ver la esperanza de la vida y mi corazón encontró la paz. Aunque mi marido me había traicionado, yo podía confiar en Dios. Yo no estaba sola. Dios Todopoderoso dijo: “Cuando estés cansado y comiences a sentir la desolación de este mundo, no te sientas perplejo, no llores. Dios Todopoderoso, el Velador, acogerá tu llegada en cualquier momento”. Yo estaba dispuesta a confiar en Dios porque era una persona herida y no tenía a nadie que cuidara de mí. Necesitaba el abrazo de Dios. Sentía que cada día era muy doloroso y agotador. No quería seguir adelante así. Como Dios entiende tan bien a la humanidad, Él podía sacarme definitivamente de este dolor. Como consecuencia, empecé a leer las palabras de Dios junto con Lin Ting. Comunicamos los propósitos de Dios y aprendimos a cantar himnos de adoración a Dios. Lin Ting me dijo: “Cuando estés pasando por momentos difíciles, ora a Dios y lee Sus palabras. Él puede consolar nuestro corazón herido”. Yo hice lo que ella me dijo que hiciera. Cuando vi los MVs y los vídeos de himnos que filmaron los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso, empecé a sentirme más feliz en mi corazón. Yo sentía que sólo la familia de Dios tenía un amor genuino y que el gozo genuino sólo podía encontrarse con mis hermanos y hermanas. Este fue especialmente el caso cuando vi el vídeo “La felicidad en la buena tierra de Canaán”. Mi corazón saltaba junto a los hermanos y hermanas que cantaban y danzaban. Mi sufrimiento y mi corazón deprimido se animaron inmediatamente y finalmente una sonrisa empezó a aparecer en mi rostro. Inmediatamente, sentí que esta era la familia que yo había querido realmente. Como consecuencia, disfruté de la vida de iglesia junto con mis hermanos y hermanas.
Después, leí algunas palabras más de Dios: “La cuestión de que Satanás se aproveche de las corrientes sociales para corromper al hombre también necesita una explicación específica. Estas corrientes incluyen muchas cosas. Algunos preguntan: ‘¿Tienen que ver con la ropa que vestimos? ¿Están relacionadas con las últimas modas, cosméticos, peinados y alimentos gourmet?’. ¿Son estas las cosas de las que trata? Estas son una parte de las tendencias, pero no deseamos hablar de esto ahora. Sólo deseamos hablar de las ideas que las corrientes sociales producen para las personas, la forma en que las hacen comportarse en el mundo, las metas y la perspectiva de la vida que ocasionan en los seres humanos. Son muy importantes; pueden controlar e influenciar el estado mental del hombre. Una tras otra, todas estas corrientes conllevan una mala influencia que degenera continuamente al hombre, que baja su moral y su calidad de integridad más y más, hasta el punto de que se puede incluso afirmar que la mayoría de las personas no tienen ahora integridad ni humanidad, ni conciencia, y mucho menos razón. […] La mayoría de las personas, sin embargo, en medio de su inconsciencia seguirán estando continuamente infectadas, asimiladas y atraídas por esta clase de corriente, hasta que la aceptan sin darse cuenta y de forma involuntaria, y todos estén sumergidos en ella y sean controlados por ella. Y es que el hombre que no esté en plenas facultades físicas y mentales, que no sabe nunca cuál es la verdad, que no puede discernir la diferencia entre las cosas positivas y las negativas, estas clases de tendencias, una tras otra, lo hacen aceptar con facilidad dichas tendencias, el criterio y las filosofías de vida, así como los valores que proceden de Satanás. Aceptan lo que este les dice sobre cómo plantearse la vida y la forma de vivir que Satanás les ‘concede’. No tienen la fuerza ni la capacidad, y mucho menos la consciencia de resistirse” (‘Dios mismo, el único VI’ en “La Palabra manifestada en carne”). Cuando leí esta sección de las palabras de Dios, pensé en lo que mi marido me había dicho: “Esto es muy común. ¡Muchas personas lo hacen aquí!”. ¿No están retratados los pensamientos de mi marido en la verdad revelada por las palabras de Dios acerca de cómo las tendencias malvadas de la sociedad impactadas por Satanás corrompen y asimilan a la gente? Antes de que se marchara del país, mi marido podía cuidar de su familia y preocuparse por mí y nuestras hijas. Sin embargo, en tres cortos años desde que se fue de casa para trabajar, siguió completamente las tendencias malvadas de la sociedad y traicionó a su propia familia. Entonces pensé: en la sociedad actual, ser una amante no es un asunto vergonzoso. De hecho, es algo que ocurre con bastante frecuencia. Muchos hombres han sido perjudicados por el pensamiento venenoso siguiente: “La bandera roja en casa no cae, las banderas de colores fuera se agitan en la brisa”. Tienen descaradamente aventuras extramatrimoniales. Como la vergüenza no los desanima, la gloria los motiva. Mi marido no quiere divorciarse de mí, pero tampoco quiere dejar a esa mujer. ¿No ha pasado él a ser controlado por esta clase de pensamiento y perspectiva? A través de la lectura de las palabras de Dios, fui capaz de entender esto: en realidad, todo el mundo es una víctima. Todo el mundo ha sido engañado por los pensamientos malvados de Satanás. Esta es la razón por la que hemos sido corrompidos hasta el punto en que no tenemos moral ni vergüenza. ¿Qué han ganado las personas si cumplen sus propios deseos egoístas? ¿Han obtenido realmente la felicidad? En cuanto a mi marido y esa mujer, no creo que estén en absoluto más felices que yo. Además, nuestros hijos son víctimas inocentes. ¿No es la desgracia que mi familia ha encontrado el resultado de la corrupción y del mal de Satanás? Cuando pienso en mí misma, si no hubiera encontrado la salvación de Dios, también habría sido corroída por las tendencias malvadas de la sociedad. Pensé que como mi marido encontró otra mujer yo también podría buscar otros hombres. No soy una mujer indeseada en ningún sentido. Estoy agradecida de que Dios me salvara en el momento en que Satanás estaba a punto de tragarme. Él me permitió venir ante Él y recibir Su protección. De lo contrario, yo habría sido destruida por la marea malvada de esta sociedad.
Continué leyendo, y las palabras de Dios decían: “Siempre que Satanás corrompe al hombre o se implica en un daño desenfrenado, Dios no está por ahí ocioso ni tampoco se echa a un lado, ni hace la vista gorda con aquellos que Él ha elegido. […] Lo que Dios quiere ver es que el corazón del hombre pueda revivir. En otras palabras, esos caminos que Él usa para obrar sobre el ser humano son para despertar de forma continua el corazón del hombre, su espíritu, haciéndole saber de dónde viene, quién lo está guiando, respaldando, proveyendo para él y quién ha permitido que viva hasta ahora; para dejar que el hombre sepa quién es el Creador, a quién deberían adorar, por qué tipo de senda deberían caminar y de qué manera deberían venir delante de Dios; son usados para revivir poco a poco el corazón del hombre para que este conozca el corazón de Dios, lo entienda y comprenda el gran cuidado y pensamiento que hay detrás de Su obra para salvarle. Cuando el corazón del hombre ha revivido, ya no desea vivir la vida de un carácter degenerado y corrupto, sino que quiere buscar la verdad en la satisfacción de Dios. Cuando el corazón del hombre ha despertado, entonces es capaz de llevar a cabo una ruptura limpia con Satanás, para no ser ya más perjudicado por este ni controlado, ni engañado. En su lugar, el hombre puede colaborar en la obra de Dios y en Sus palabras de un modo positivo para satisfacer el corazón de Dios, consiguiendo así temerle a Dios y apartarse del mal. Este es el propósito original de Su obra” (‘Dios mismo, el único VI’ en “La Palabra manifestada en carne”). A partir de las palabras de Dios, entendí que aunque Satanás use toda clase de tendencias de la sociedad para corromper al hombre, todo el tiempo Dios ha llevado a cabo la obra de salvar a la humanidad. Él nunca ha renunciado a nuestra salvación porque hemos sido corrompidos demasiado profundamente. En los últimos días, Dios se ha encarnado una vez más y ha expresado Sus palabras, para despertar el espíritu del hombre y permitir a este descubrir el mal y la vileza de Satanás. Dios también nos ha despertado para que busquemos la verdad y nos liberemos de nuestro carácter satánico corrupto, abandonemos totalmente a Satanás y volvamos a Dios. A partir de las palabras de Dios, también entendí que sólo Él tiene una esencia pura y santa, que Él desprecia el mal y la perversidad y que espera que todos vengamos ante Él, aceptemos la guía de Sus palabras y obtengamos la iluminación de la luz. Los pensamientos malvados de Satanás han corrompido el corazón del hombre, han provocado que el hombre sea incapaz de romper con él y que sea corrompido y tragado poco a poco. Sólo Dios es capaz de salvarnos. Sólo las verdades que Dios expresa pueden permitirnos ver las intenciones de los planes y trucos malvados de Satanás de corromper al hombre, y tener el poder para librarnos del daño de Satanás y obtener una vida humana genuina. ¡Gracias a Dios Todopoderoso! ¡Él fue quien me rescató del abismo del dolor! Yo estoy dispuesta a leer las palabras de Dios, buscar la verdad y, al final, obtener Su salvación.
Hoy en día, conforme sigo leyendo más de las palabras de Dios, entiendo un poco de la verdad y puedo ver las intenciones de muchas situaciones. Ya no odio a mi marido o a esa mujer. Ellos son libres de elegir la clase de vida que quieren vivir. En cuanto a los familiares y amigos, soy capaz de tratar con ellos con calma. Ya no culpo a mis familiares porque todos hemos sido corrompidos por Satanás y todos somos sus víctimas. Ahora, yo asisto frecuentemente a reuniones con mis hermanos y hermanas. Leemos las palabras de Dios y comunicamos y compartimos nuestras experiencias individuales. Nos beneficiamos a diario de las palabras de Dios. Dentro de nuestro corazón, tenemos paz y gozo y nuestra vida está llena de esperanza. Gracias a Ti Dios Todopoderoso por guiarme a la senda correcta de vida y por darme una familia genuina. ¡Aquí he encontrado la verdadera felicidad! ¡Estoy dispuesta a seguir a Dios para siempre!