Algunas personas creen que cuando el Señor Jesús encarnado resucitó después de Su crucifixión, Él se convirtió en el Espíritu vivificante y que, por ende, el Espíritu vivificante mora dentro de nosotros, se mezcla con nuestro espíritu y los dos espíritus se convertirán en uno. De este modo, al final nos convertiremos en Dios. ¿Es válida esta idea? En realidad, la esencia del Espíritu Santo es inmutable; por lo tanto, ¿cómo podría Él convertirse en un Espíritu vivificante? El Espíritu Santo sólo lleva a cabo la obra de salvación en el hombre, por lo que, ¿cómo podría Él morar dentro de nosotros como la vida del hombre?
Por favor, vea la película evangélica "Ser arrebatado en el peligro" Escena 3 - Exposición de la falacia: El Espíritu Santo mora en nosotros y los dos espíritus se mezclan entre sí
Dios Todopoderoso dice:
"El Espíritu en Jesús, el Espíritu en el cielo y el Espíritu de Jehová son todos uno. Se le puede llamar el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios, el Espíritu intensificado siete veces y el Espíritu que todo lo incluye. El Espíritu de Dios puede llevar a cabo tanta obra. Él es capaz de crear el mundo y destruirlo inundando la tierra; puede redimir a toda la humanidad y, además, conquistarla y destruirla. Dios mismo lleva a cabo esta obra y ninguna otra de Sus personas puede hacerlo en Su lugar. Su Espíritu puede llamarse por el nombre de Jehová y Jesús, así como el Todopoderoso. Él es el Señor y Cristo. También puede convertirse en el Hijo del Hombre. Él está en los cielos y también en la tierra; Él está en lo alto sobre los universos y entre la multitud. ¡Él es el único Señor de los cielos y la tierra! Desde la época de la creación hasta ahora, el Espíritu de Dios mismo ha llevado a cabo esta obra. Sea la obra en los cielos o en la carne, todo lo realiza Su propio Espíritu. Todas las criaturas, tanto en el cielo como en la tierra, están en la palma de Su mano todopoderosa; todo esto es la obra de Dios mismo y nadie más puede realizarla en Su lugar. En los cielos, Él es el Espíritu pero también es Dios mismo; entre los hombres, Él es carne pero sigue siendo Dios mismo. Aunque se le pueda llamar por cientos de miles de nombres, Él sigue siendo Él mismo, y es la expresión directa de Su Espíritu. La redención de toda la humanidad a través de Su crucifixión fue la obra directa de Su Espíritu y también lo es la proclamación a todas las naciones y tierras durante los últimos días. En todas las épocas, sólo se puede llamar a Dios el único Dios verdadero y todopoderoso, el Dios mismo que todo lo incluye. Las distintas personas no existen, mucho menos esta idea del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Sólo hay un Dios en el cielo y en la tierra!"
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