Cuando nos referimos al nombre Mesías, tendemos a asociarlo de forma natural con Jesucristo. Después de que los Fariseos oyesen las profecías acerca de la llegada del Mesías, emplearon su gran imaginación basándose en el significado literal de las profecías. En sus mentes, como las profecías decían que el Mesías vendría a gobernar, daban por hecho que su porte sería heroico y su aspecto, autoritario. Tendría que ser extraordinario y distinto a los demás; es más, tendría que nacer en un palacio real y tras crecer, sería tan valiente como lo había sido David en las batallas, de modo que guiaría a Su gente para echar a los romanos de Israel, acabando así con el sufrimiento de ser gobernado por los romanos.
Sin embargo, cuando llegó Jesucristo, no le llamaban el Mesías, ni nació en un palacio como se habían imaginado, sino que nació en un pesebre y vivió en el hogar humilde de un carpintero. Su aspecto externo no era tan majestuoso ni extraordinario como el que se habían imaginado los Fariseos, sino que era normal y corriente. No guió a los israelitas para derrocar el gobierno de los romanos, sino que caminó entre la gente, predicando la senda de arrepentirse y enseñándoles a practicar el perdón y la tolerancia y el amarse los unos a los otros como a sí mismos. Cuando este Mesías corriente y práctico apareció entre los israelitas y no fue compatible con las ideas e imaginaciones de los Fariseos, no lo pudieron aceptar, y se aferraron obstinadamente a sus propias ideas e imaginaciones, y no trataron de escuchar la voz de Dios con corazón humilde. El resultado fue que, basándose en la excusa de que Jesucristo decía que Él era el Hijo de Dios, Lo crucificaron, cometiendo un pecado atroz, ofendiendo el carácter justo de Dios, y fueron sometidos al castigo de Dios: la destrucción de Israel.
Algunas personas reaccionaron de la manera opuesta. Habían estado llenos de fantasías con lo que respectaba a la llegada del Mesías, pero cuando Jesucristo llegó a llevar a cabo Su obra, reconocieron a través de las palabras y la obra de Jesucristo, que Él era el Mesías anunciado, a pesar de que Su aspecto no se ajustaba a sus ideas e imaginaciones. Por ejemplo: La Samaritana supo que Jesucristo era el Mesías cuando Jesucristo contó todos sus secretos, porque ella sabía que tan sólo Dios conoce las profundidades del corazón humano. Natanael supo que Él era el Mesías después de que Jesucristo contó lo que él había hecho bajo la higuera. Además, Pedro, Juan y otros discípulos fueron capaces de apartar a un lado su propia imaginación, y buscaron prácticamente e investigaron la obra y las palabras de Jesucristo, a través de lo cual reconocieron la voz de Dios y confirmaron que Jesucristo era el Mesías. Fue así como siguieron a Jesucristo y recibieron al final Su salvación y Su bendición.
Ahora en los últimos días, hemos estado esperando el regreso de Jesucristo, al igual que los Israelitas esperaron en Su día al Mesías. La Biblia profetiza: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). Y en el Libro de las Revelaciones también hay varias menciones: “‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’” (Apocalipsis 3:22). Y “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; [...]” (1 Pedro 4:17). “El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final” (Juan 12:48).
Vemos claramente en estas profecías que cuando Jesucristo regrese, hablará y pronunciará Sus palabras. Las ovejas de Dios podrán oír la voz de Dios. Cuando oigan la voz de Dios, saldrán a recibirle y así podrán presentarse ante Dios. Ahora, las profecías acerca del regreso de Jesucristo ya se han prácticamente cumplido y mucha gente da abiertamente testimonio de ello en Internet, que Jesucristo ha vuelto y ha dado un paso en la obra de juzgar, castigar y purificar a la gente. Viendo todo esto, ¿cómo deberíamos tratar las profecías acerca de la llegada de Jesucristo? ¿Qué actitud deberíamos adoptar con respecto al recibimiento de Su vuelta en los últimos días para evitar seguir por la senda del fracaso de los Fariseos?
(Traducido del original en inglés al español por Eva Trillo )
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.
Fuente: Evangelio de la Fuente de la Vida
Recomendación: La segunda venida de Cristo
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