Una vez escuché una historia que decía: muchas personas importantes fueron a ver a un viejo profesor para quejarse del estrés del trabajo y de la vida. Entonces el maestro les preparó un termo de café y trajo consigo una variedad de tazas para que escogieran. Cada uno, escogió una taza bonita y costosa; pero nadie quiso beber de las tazas comunes y baratas. Basado en esto, el maestro les enseñó una lección: la taza no cambiaría la calidad del café, pero aún así, todos escogieron las tazas bonitas, lo cual era la fuente de su estrés. Él dijo: “la vida es como el café. Trabajo, dinero, fama y vuestra posición social son como las tazas. Aquellos que viven una vida feliz, disfrutan de su café sin mirar la taza”.
Esta historia me hizo reflexionar: ¿acaso en la vida real no somos todos como esas personas importantes? Siempre nos quejamos de que tenemos menos que los otros y que para que tengamos una vida más próspera y dichosa, nos maltratamos. Por ejemplo, mi padre lleva una vida muy exhaustiva: siempre trabaja y suda como una máquina de ganar dinero y durante el festival de primavera en China, se la pasa pensando en nuevas maneras de incrementar su dinero en lugar de disfrutar de su tiempo libre. Una de mis parientes estaba al tanto que trabajar en una fábrica de zapatos como rociador de pintura le iba a costar la vida, pero aún así, con el fin de conseguir más dinero, siguió trabajando ahí. Como resultado, en menos de dos años de tanto trabajar ahí, le dio cáncer y murió joven, dejando así a su hijo de cuatro años sin madre. Un hijo de mi vecina, la tía Li, estudió mucho con la esperanza de entrar a la universidad y traer así, honor a sus ancestros, pero de forma inesperada, su sueño se destruyó y el trauma lo convirtió en un joven amargado. Incluso yo fui como ellos: después de casarme, tuve un hogar cálido y feliz, pero como siempre comparaba nuestras riquezas con la de las personas a mi alrededor, siempre le reclamaba a mi esposo que no ganara más dinero y siempre nos peleábamos, dejando así el ambiente de la casa triste y pesado. De hecho, cada uno de nosotros desea tener una vida feliz, entonces ¿por qué hay tantas tragedias en ella?
La palabra de Dios dice: “Recapitulemos de nuevo brevemente: ¿qué usa Satanás para mantener al hombre acorralado y controlado? (La fama y la ganancia). De modo que Satanás usa fama y ganancia para controlar los pensamientos del hombre hasta que sólo puedan pensar en ellas. Por la fama y la ganancia luchan, sufren dificultades, soportan humillación, y sacrifican todo lo que tienen, y por obtener y mantener la fama y la ganancia harán cualquier juicio o decisión. De esta forma, Satanás ata al hombre con cadenas invisibles. Las personas las llevan en su cuerpo y no tienen la fuerza ni el valor de deshacerse de ellas. Por tanto, los seres humanos se mueven siempre hacia adelante con gran dificultad, cargando con esos grilletes sin saberlo. En aras de esta fama y ganancia, la humanidad se separa de Dios y le traiciona. Con cada generación que pasa, la humanidad se vuelve más y más perversa, más y más oscura; de esta forma se destruye una generación tras otra en la fama y la ganancia de Satanás”.
En base a la palabra de Dios, pude entender la razón por la cual la gente seguía viviendo con tanto dolor y sufrimiento con el paso de las generaciones, sin que esto cambie. La raíz de la causa son las enseñanzas de Satanás para conseguir fama y dinero, por ejemplo: “un hombre deja su nombre donde quiera que se quede, del mismo modo que un ganso lanza su grito allá donde vuela”, “el dinero es lo primero”, “el dinero no lo es todo, pero sin él, no se puede hacer nada”. Engañados y constreñidos por estos puntos de vista satánicos, anhelamos vivir vidas superiores a los demás, y pensar que sin una vida material rica, otros nos menospreciarían y nos odiarían. Entonces vivimos sin control y luchamos para ganar dinero. Nos afanamos y corremos solo para vivir una vida mejor y ganar la admiración de los demás. Mi pariente trabajó duro para ganar dinero a costa de su salud. Ella de hecho hizo algo de dinero, pero al final, perdió la vida. En cuanto a mí, para ser admirada por los demás, competía con mis amigos y parientes y siempre me quejaba de que mi esposo no era muy capaz y me peleaba con él. ¿Acaso no son estas tragedias y miserias causas de nuestra perspectiva satánica y malvada de la vida? En cuanto a las personas importantes de la historia, muchos veían que tenían grandes logros y éxito, pero todavía no estaban contentos. Deberíamos considerar cuidadosamente esta pregunta: ¿es realmente feliz una persona que tiene una posición social alta, una buena reputación y una gran riqueza? En el mundo, algunas personas tienen altos cargos en el gobierno o con carreras exitosas, y poseen riquezas, autoridad, pero no viven felices porque siempre están calculando y luchando por su propia fama y dinero. Para aliviar la presión, algunos de ellos consumen drogas como el éxtasis, beben en KTV o incluso se entregan a sus pasiones para anestesiarse. Algunos de ellos sufren de depresión, se vuelven temperamentales durante todo el día y finalmente, eligen suicidarse. Exteriormente, son ricos, poderosos y valorados por los demás, pero ¿qué han conseguido al final?, solamente dolor y vacío en lugar de felicidad. Estas tragedias son, sin duda, signos de cambio para nosotros.
Dios dice: “Las personas gastan su vida persiguiendo el dinero y la fama; se agarran a un clavo ardiendo, pensando que son sus únicos apoyos, como si teniéndolos pudiesen seguir viviendo, eximirse de la muerte. Pero sólo cuando están cerca de morir se dan cuenta de cuán lejos están estas cosas de ellas, cuán débiles son frente a la muerte, cuán fácilmente se hacen añicos, cuán solas y desamparadas están, sin ningún lugar adónde ir. Son conscientes de que la vida no puede comprarse con dinero ni fama, que no importa cuán rica sea una persona, no importa cuán elevada sea su posición, todas las personas son igualmente pobres e intrascendentes frente a la muerte. Se dan cuenta de que el dinero no puede comprar la vida, que la fama no puede borrar la muerte, que ni el dinero ni la fama pueden alargar un solo minuto, un solo segundo, la vida de una persona”. De las palabras de Dios podemos ver: no importa cuánto dinero o qué tan alto sea el estatus social que tengamos, estos no pueden ayudar en absoluto cuando enfrentamos la muerte. Todos hemos oído hablar de Fu Biao, que era rico y tuvo un trasplante de hígado dos veces, pero aún así murió. Y Wang Junyao, que poseía 3,5 mil millones de yuanes pero aún no podía comprar una pulgada de intestino sano para salvar su vida. También ha habido muchos ejemplos de celebridades y empresarios que sufrieron cáncer y murieron temprano. Frente a este hecho, podemos ver que el dinero y el estatus son como un abrigo magnífico: cuando nosponemos, parece elevar nuestra autoestima y satisfacer nuestra vanidad, pero sólo por un tiempo. Cuando nos enfrentemos a la muerte nos daremos cuenta de que el dinero y la fama no son vanidoso en absoluto que hemos buscado en toda nuestra vida ; no pueden intercambiarse por salud ni salvar nuestras vidas. ¡Realmente son inútiles!
También recuerdo la historia de Job. Dios dice: “[…] sabemos que el estatus y la posición de Job eran muy preciados. […] y que poseía una gran riqueza y un estatus venerable. […] Aunque opulento, y poseedor de muchos bienes y siervos, la vida de Job no era lujosa. No se dejó seducir por su entorno de vida superlativa ni se atiborró con los deleites de la carne, ni olvidó ofrecer holocaustos por su riqueza; esta no provocó, ni mucho menos, que se apartase gradualmente de Dios en su corazón. Es evidente, pues, que Job era disciplinado en su estilo de vida, y no era avaricioso o hedonista ni se obsesionaba con la calidad de vida resultante de las bendiciones de Dios sobre él. En vez de ello era humilde y modesto, así como cauto y cuidadoso delante de Dios; pensaba a menudo en Sus gracias y bendiciones, y le temía constantemente”.
Job poseía un alto estatus y una gran riqueza, y hoy en día se le conocería como un hombre notablemente famoso y rico, pero tenía pocos requisitos sobre su calidad de vida. No siguió un estilo de vida lujoso, y mucho menos se olvidó de adorar a Dios debido a su riqueza. Siempre le temió a Dios y rechazaba el mal, por lo que a menudo él ofrecía ofrendas, y cuando sus hijos e hijas se daban un festín, nunca se les unía. Cuando perdió su fama, su estatus y su gran fortuna, no se quejó ni trató de recuperarlo todo, sino que se sometió a la soberanía y la voluntad de Dios y caminó por su camino temeroso evitando el mal. Finalmente, obtuvo las bendiciones y la aprobación de Dios. De las experiencias de Job, recibí gran inspiración: fue disciplinado en su estilo de vida, y en lugar de ser codicioso y buscar una vida lujosa, se centró en buscar la Verdad y en evitar el mal. Y finalmente Job vivió una vida significativa. Deberíamos imitar a Job y temer a Dios, evitar el mal, y buscar una vida verdaderamente feliz y significativa. Esta es la opción de una persona sabia.
Perseguir la fama y el dinero solo nos confunde, atrayéndonos miseria y llevándonos así, a una vida trágica. Al aceptar y someternos a la gracia y voluntad del Todopoderoso, dejaremos de repetir las tragedias de nuestros predecesores y vivir así, una vida alegre y feliz.
(Traducido del original en inglés al español por Andrea Rosalia Ibanez)
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