Dios Todopoderoso es mi salvador

Que el amor y la misericordia de DIOS estén siempre contigo

Dios me guió a deshacerme de la atadura de la atracción del dinero

2019-11-30 22:34:43 | la Fuente de la Vida

Antes, administraba su negocios con sinceridad, pero para ganar más dinero, siguía la tendencia mundana engañando a la gente y se quedaba aturdido. Cuando su alma estaba sufriendo, la salvación de Dios vino a Él, y al final recuperó el corazón perdido y encontró maneras de ganar el dinero.

Reflexiones Cristianas

“Oye, Wang, no es de extrañar que apenas ganes dinero en tu negocio! Trabajaste tan duro para arreglar esa moto en este instante, pero cobraste una miseria por el trabajo. “Si hubiera sido yo, le habría puesto una nueva pieza para arreglar el problema y ganar un poco más de dinero”.

“Es cierto: no te estoy criticando, es solo que eres demasiado obstinado. Como dicen: ‘Un hombre sin un segundo ingreso nunca se hará rico, al igual que un caballo que no ha comido heno en la noche nunca subirá de peso’, y ‘No importa que un gato sea blanco o negro mientras cace ratones’. Si quieres ganar dinero en los negocios, tienes que pensar de manera flexible. El simple hecho de confiar en tus habilidades y buenas intenciones no te traerá dinero. Nuestra sociedad actual gira en torno al dinero: el dinero habla y, sin él, nadie te dará ni la hora del día”.

Era tarde en la noche, todo estaba calmado, y yo daba vueltas en la cama sin poder dormir. No podía dejar de pensar en lo que los otros dueños de las tiendas me habían dicho. Había estado muy ocupado desde que abrí mi tienda de reparación y venta de vehículos eléctricos. Pensé que con mis habilidades y buena ética en los negocios, definitivamente ganaría algo de dinero. Pero para mi sorpresa, el dinero que ganaba apenas me alcanzaba para mantener a mi familia, mientras que todos los que estaban en el mismo negocio podían construir una casa y comprar un auto nuevo. Yo era el único que me he quedado en el mismo nivel. “Ellos tienen razón”, pensé. “Si no hago algunas trampas, nunca ganaré más dinero. Tal parece que necesito ponerme al día con los tiempos....”

Decido seguir la corriente para ganar dinero

Un día llegó un cliente con una motocicleta que necesitaba reparar. Vi que el carburador tenía una fuga de combustible, pero cuando lo quité para arreglarlo, pensé en lo que esos tipos me habían dicho acerca de ponerle uno nuevo. Empecé a moverme un poco más despacio y me puse muy nervioso, preguntándome: “¿Lo reparo, o lo cambio?”. Si lo reparara, solo podía cobrar 10 yuanes por el trabajo, pero si ponía uno nuevo, ganaría varias veces esa suma.

Pero ¿y qué si el cliente lo descubría? Eso no era muy probable, es lo que todos los demás hacen y nunca tienen problemas, y si yo siguiera haciendo negocios de esta manera, ¿cuándo ganaría dinero de verdad? Pensé en aceptar esta vez la sugerencia de mis colegas. Aplaqué el miedo en mi corazón, fingí calma y le dije al cliente: Señor, el carburador está roto. Necesito cambiarlo”. Y él aceptó de buena gana. Una vez que se marchó, sentí una sensación de que no podía expresar con palabras. ¿No era eso estafar a la gente? Pero vi ese billete de cien yuanes en mi mano y pensé que ahora todo el mundo es así, y si yo no seguía esta tendencia, nunca podría amasar una fortuna. Sentí que no tenía más remedio que seguir así.

Una vez, un cliente quiso comprar una moto de marca, y aunque era buena, yo ganaría 500 o 600 yuanes menos que si le vendía una moto diferente. Hice todo lo que pude para recomendar una de las marcas que no eran de mi agrado y poder obtener una mejor ganancia.·Si le pones una batería más grande a esta, irá a más de 100 kilómetros por hora. Te costará menos y podrás llegar muy lejos: así, matarías dos pájaros de un solo tiro”. El cliente no sabía mucho y terminó dejándose engañar para comprar la moto que le recomendé. Una vez que se marchó, me reproché a mí mismo, pero luego cambié de opinión, pensando que aunque no le hubiera mentido, cualquier otra tienda a la que fuera habría hecho lo mismo que yo. No me sentí muy mal. Así que, poco a poco, me fui sintiendo cómodo obrando de esa manera y aprendí a evaluar a la gente, a mentir, y poco a poco perdí las buenas intenciones con las que había empezado.

Con el tiempo, mi billetera se hizo más abultada y yo estaba viviendo con mucha comodidad, pero en realidad no me sentía feliz. A veces, cuando pensaba en las cosas turbias que hacía, sentía una sensación de temor que no podía definir con palabras; siempre tuve miedo de recibir mi merecido. Pero lo más preocupante era que al ver las ganancias, cuando quise contenerme, no pude hacerlo.

Perdido y con dolor, escucho el Evangelio

Justo cuando estaba cayendo en el mal y era incapaz de liberarme, mi esposa compartió el evangelio del reino conmigo y me leyó un par de pasajes de las palabras de Dios: “Mi reino necesita a los que son honestos, no hipócritas ni engañosos. ¿Acaso las personas sinceras y honestas no son impopulares en el mundo? Yo soy justo lo opuesto. Es aceptable que las personas honestas vengan a Mí; me deleito en esta clase de personas, también necesito a esta clase de personas. Esto es precisamente Mi justicia”. “Comportarte como un ser humano normal es hablar con coherencia. Sí significa sí, no significa no. Sé fiel a los hechos y habla apropiadamente. No hagas trampa, no mientas”.

Luego añadió: “Después de haber sido corrompidos por Satanás, nos volvemos realmente egoístas y tramposos por naturaleza; mentimos y engañamos para nuestro propio beneficio, y ni siquiera tenemos escrúpulos. No nos parecemos en nada a las personas honestas. Dios nos ha dicho que le gusta la gente honesta y que Él exige que seamos honestos. Tenemos que ser honestos, ya sea en nuestras interacciones con los demás o cuando hacemos negocios: debemos llamar a las cosas por su nombre y hacer negocios con honestidad. Es la única manera de obtener las bendiciones y la aprobación de Dios, y de tener paz y tranquilidad en nuestros corazones. Piensa en la época en que abrimos este negocio; éramos totalmente honestos con todos, y nos aferramos al hecho de ser buenas personas. Pero cuando vimos que ser tan honrados no nos daba dinero, empezamos a usar métodos turbios, tratando intensamente de engañar a los clientes. Aunque empezamos a ganar más dinero, Dios está disgustado con nosotros y esa es la razón por la cual nunca nos hemos sentido a gusto y hemos estado viviendo doloridos”.

Estuve completamente de acuerdo con las palabras de mi esposa. Me dije a mí mismo: “¡Es cierto! Desde que empecé a engañar a la gente en mi negocio, he tenido una sensación de incomodidad e incluso he estado preocupado de que aquello que he lanzado y se devuelva en mi contra. Mi vida ha sido dolorosa. Resulta que a Dios le gusta la gente honesta, y ser honesto es la única manera de tener paz y tranquilidad en mi corazón”. La salvación de Dios es como un rayo de luz en la oscuridad, que me permite encontrar mi camino hacia adelante. A partir de entonces me uní a mi esposa en su fe, leí las palabras de Dios todos los días y viví una vida dedicada a la Iglesia.

Allí vi que todos los hermanos y hermanas buscaban ser personas honestas; eran muy sinceros en sus palabras y acciones, y todos eran sencillos y abiertos sobre cualquier asunto. Todos eran muy cercanos; comparado con el mundo exterior, era como el día y la noche. Me convencí aún más de que había encontrado el camino correcto en la vida y de que ser una persona honesta según las exigencias de Dios era el objeto de mi búsqueda. Sin embargo, no sabía que había sido profundamente corrompido por Satanás, y que ser una persona honesta no era tan simple como lo había imaginado....

Conocer la verdad, pero impotente para practicarla

Una vez, un anciano llevó su pedicabina eléctrica a la tienda para que yo la arreglara. Vi que la batería se había sobrecargado y que el cable del mando estaba oxidado. Me dije a mí mismo: “En este tipo de situación, arreglarla le dará un poco de tiempo al propietario, pero no durará mucho. Si la arreglo hoy y más tarde se vuelve a romper, probablemente irá a otro taller para que le cambien las piezas. Entonces, ¿no me perdería ese dinero? Si cambio estas dos piezas ganaré 300 yuanes más, así que debería hacerlo, ¿verdad?” Pero apenas recordé que a Dios le gustan las personas honestas, dudé de esto y pensé en explicarle claramente la situación y arreglarle su vehículo. Pero luego mi mente volvió a esos 300 yuanes y sentí una picazón dentro de mí. Decidí ser una persona honesta. Le dije: “Señor, su batería está rota, y también su mando. Necesita cambiar ambos, serán unos pocos cientos de yuanes”. Al oír esto, el anciano dudó un momento y luego empujó su pedicabina hacia afuera. Unos días más tarde regresó y dijo con expresión enfadada: “Joven, Dios puede ver todo lo que hacemos. ¡Debemos tener conciencia como personas! Cuando estuve aquí, dijiste que arreglar mi pedicabina costaría cientos de yuanes, pero más tarde fui a ver a alguien que conozco, y me la arregló por solo 10 yuanes. Todavía la estoy usando y está en perfectas condiciones”. Sus palabras fueron como una bofetada en mi cara. Me puse rojo como una remolacha y quise que la tierra me tragara. Comprendí que Dios había permitido que esto me sucediera, así que oré rápidamente a Dios y me arrepentí: “Dios, me equivoqué. Realmente quiero ser una persona honesta de una manera disciplinada, pero cuando pienso en las ganancias, no puedo hacerlo. Dios, ayúdame por favor y guíame para poder vivir de acuerdo a Tus palabras”.

Más tarde, leí este pasaje de las palabras de Dios: “En el pasado, las personas dirigían su negocio de un modo que no engañaba ni a viejos ni a jóvenes, y que vendían artículos al mismo precio, independientemente de quién comprara. ¿No se transmite aquí un indicio de conciencia y humanidad? Cuando las personas usaban esta clase de credo en la dirección de su negocio, esto muestra que seguían teniendo alguna conciencia y humanidad en ese tiempo. Pero con la exigencia del hombre de niveles de dinero en aumento, sin darse cuenta, las personas llegaron a amar cada vez más el dinero, la ganancia y el placer. ¿Llegaron, pues, a considerar el dinero como lo más importante? Cuando las personas ven el dinero como más importante, inconscientemente descuidan su reputación, su renombre, su prestigio e integridad; desatienden todas estas cosas, ¿no es así? Cuando te metes en negocios, ves a otra persona que toma diferentes acercamientos y usando diversos medios para estafar a las personas y hacerse rico. Aunque el dinero ganado son ganancias deshonestas, cada vez son más y más ricos. Se implican en el mismo negocio que tú, pero toda su familia disfruta de la vida más que tú y te sientes mal, y protestas: ‘¿Por qué no puedo yo hacer esto? ¿Por qué no puedo ganar tanto como ellos? Tengo que pensar en una forma de hacer más dinero, de que mi negocio prospere’. A continuación, meditas en esto. Según la forma habitual de hacer dinero, el no engañar ni al viejo ni al joven, y vender las cosas al mismo precio para todos, el dinero que consigues es en buena conciencia, pero no puede hacerte rico pronto. Sin embargo, bajo la urgencia de hacer beneficio, tu pensamiento experimenta una transformación gradual. Durante ella, tus principios de conducta también empiezan a cambiar. […] Sin darse cuenta, aprueba esta conducta engañosa y la acepta. Dentro de la inconsciencia, asume que el engaño es una conducta comercial legítima y el medio más útil para su supervivencia y su vida; piensa que actuando así puede hacerse rico enseguida. Al principio de este proceso, las personas no pueden aceptar este tipo de comportamiento, menosprecian esta conducta y esta forma de hacer las cosas, después experimentan esta conducta, de forma personal; y la prueban a su manera, y su corazón empieza a transformarse poco a poco. ¿Cuál es, pues, esta transformación? Es una aprobación y la admisión de esta corriente, una admisión y aprobación de esta idea infundida en ti por la tendencia social. Sin saberlo, sientes que si no engañas en los negocios sufrirás pérdidas, habrás perdido algo. Inconscientemente, este engaño se convierte en tu alma misma, tu pilar y también en un tipo de comportamiento que es una norma indispensable para tu vida”.

Las palabras de Dios realmente tocaron profundamente mi corazón, y solo entonces supe por qué me había vuelto mañoso, embustero, y tramposo por naturaleza. Yo sabía muy bien que a Dios le gusta la gente honesta, pero no podía practicar ese aspecto de la verdad. Y todo se debía a que yo había sucumbido hace mucho tiempo a todas esas leyes satánicas y omnipresentes de supervivencia, tales como “El dinero hace girar el mundo,” “El Cielo destruye a los que no buscan sus propios intereses,” “Un hombre sin un segundo ingreso nunca se hará rico, al igual que un caballo que no ha comido heno en la noche nunca subirá de peso,” y “No importa que un gato sea blanco o negro mientras cace ratones”. Yo estaba viviendo de acuerdo con esas leyes de supervivencia; me había vuelto egoísta y despreciable, y anteponía el beneficio personal a todo lo demás. Le asigné tanta importancia al dinero que estaba dispuesto a tirar por la borda mi carácter y mi dignidad, y era solapado y engañaba a los demás solo para ganar más dinero. Siempre estaba evaluando a mis clientes y engañándolos. Había perdido gradualmente mi conciencia y la condición de ser una buena persona; lo que estaba viviendo era enteramente la semejanza de Satanás, carente de toda humanidad y razón.

Pensé en cómo empecé a hacer negocios de una manera muy honesta. No cambiaba piezas de cualquier cosa que pudiera arreglar, y cuando algo realmente necesitaba cambiarse, cobraba un precio razonable. Pero cuando vi que después de trabajar así durante varios años, apenas ganaba un poco de dinero, mientras que los dueños de las otras tiendas se habían enriquecido luego de estafar y hacer faroles, me sentí disgustado. Frente a la tentación del dinero y sus consejos, adopté también el enfoque de “Un hombre sin un segundo ingreso nunca se hará rico, al igual que un caballo que no ha comido heno en la noche nunca subirá de peso”, pensando en el dinero como por encima de todo, y que tener dinero equivalía a tenerlo todo. Así que para conseguir más dinero, ignoré mi conciencia y empecé a hacer trampas, a cambiar piezas de vehículos que podía arreglar y a intentarlo todo para que los clientes compraran vehículos de bajo precio, con altos beneficios para mí. Aunque terminé ganando más dinero, sentí miedo en mi corazón, y me preocupó que pudiera recibir un castigo por hacer todas esas cosas en contra de mi conciencia. Quería dejar de hacerlo, pero no podía, y estaba viviendo una pugna muy dolorosa. Entonces comprendí que mi vida había sido muy desagradable porque había recurrido a pensamientos y perspectivas erróneas. Una vez que comprendí eso, decidí que definitivamente rompería los lazos con Satanás y dejaría de vivir de acuerdo a la filosofía satánica, haciendo trampas y engañando a otros para mi propio beneficio. Cumpliría las palabras de Dios, sería una persona honesta, viviría con santo decoro y daría testimonio de Él.

Siendo una persona honesta de acuerdo a las palabras de Dios y recuperando mi ética inicial

Un día, un cliente vino a que le arreglaran una pedicabina eléctrica grande de cuatro plazas y, después de inspeccionarla, vi que el mando no estaba bien. Este tipo de mando cuesta al menos 500 yuanes y el circuito es diferente al de otras pedicabinas. Además, las líneas que se conectan a la cerradura eléctrica son difíciles de conseguir. Pedí un mando a medida solo para ese vehículo y pasé más de un día haciendo que los cables se ajustaran correctamente a la cerradura eléctrica, y después de instalarlo le puse también un nuevo agarre al acelerador. Lo probé y todo funcionó bien. Y luego pensé, “¿Podría ser que no fue el mando lo que se rompió, sino el acelerador?” Así que volví a colocar el mando original con un nuevo puño para el acelerador, ¡y la pedicabina funcionó bien! Estaba teniendo una batalla interna en ese momento. Pensé: “Le dije que iba a instalar un nuevo mando, y además, el dueño tiene mucho dinero. Dijo que mientras estuviera arreglado, no le importaba cuánto costara. Tengo un mando personalizado solo para esa pedicabina, que no será fácil de devolver después de haberla usado. Además, he trabajado más de un día para ponerla en marcha. Si no pongo el nuevo mando, ganaré menos de 100 yuanes en mano de obra como máximo. ¡Eso sería una gran pérdida! Tal vez debería cambiarlo de todos modos. En cualquier caso, al tipo no le importa el dinero; sería un desperdicio no ganar esa suma”. Cuando decidí hacerlo, me reproché fuertemente, y me di cuenta de que otra vez iba a hacer algo deshonesto para mi propio beneficio, así que oré a Dios. En medio de mi búsqueda, pensé en un pasaje de las palabras de Dios: “Debéis saber que a Dios le gusta el hombre honesto. Dios posee la esencia de la fidelidad, y por lo tanto siempre se puede confiar en Su palabra. Más aún, Sus acciones son intachables e incuestionables. Es por esto por lo que a Dios le gustan aquellos que son absolutamente honestos con Él”.

Reflexioné sobre las palabras de Dios y realmente experimenté las sinceras intenciones de Dios. Su esencia es la fidelidad; lo que Él dice y hace es increíblemente sincero y confiable. A Dios le gusta la gente honesta, porque la gente honesta puede hacer las cosas basada en su conciencia, mientras que sin importar lo que hagan, la gente embustera actúa según su propio beneficio y no se detienen ante nada, e incluso en su fe realizan transacciones con Dios. Es por eso que las personas embusteras tienen una humanidad pobre y Dios no las salvará. Creo en Dios ahora, así que si continúo engañando a la gente solo por las ganancias, ¿en qué me diferencio de una persona que no sea creyente? Sabía que no podía continuar con mi manera incorrecta de proceder, pero tenía que dejar de lado mis propios intereses y poner en práctica la verdad; tenía que ser una persona honesta que le agradara a Dios. Después de pensar en todo esto, le expliqué la situación al cliente y solo le cobré por la mano de obra y el agarre del acelerador. Él quedó encantado. Dejé escapar un largo suspiro, me sentí muy tranquilo y a gusto en mi corazón, y sentí que es maravilloso ser una persona abierta y honesta. Gracias a Dios, en los días que siguieron adquirí más y más confianza en la búsqueda de la verdad y en el hecho de ser una persona honesta, y ya fuera reparando o vendiendo vehículos, lo haría ante Dios y aceptaría Su escrutinio. Solo ganaba el dinero que podía ganar con mi conciencia tranquila, y recuperé ese sentimiento de tranquilidad y paz en lo más profundo de mi corazón.

Un día, una señora mayor vino a mi tienda a comprar una moto. Preguntó por el precio luego de elegir una. Le dije la verdad, que eran 2.800 yuanes y ella dijo complacida: “Claro que sí, eres honesto. La compraré. No estoy bromeando, he ido a otras tiendas y el primer precio que piden es cientos de yuanes más que eso. Un amigo me dijo que eres muy honesto y que no engañas a tus clientes; por eso vine. Ahora veo que es verdad”. Agradecí a Dios en mi corazón cuando la escuché decir eso. Fueron enteramente las palabras de Dios las que me cambiaron, permitiéndome vivir un poco de una verdadera semejanza humana. Lo que realmente me sorprendió fue que una vez que dejé de usar tácticas engañosas en mi negocio, en realidad prosperó más y más y pronto tuve muchos clientes. Muchos de ellos me buscaban por mi reputación. Me di cuenta de que el secreto de un negocio próspero está en ser una persona honesta.

¡Agradezco a Dios porque gracias a la orientación de Sus palabras, puedo saborear la alegría de ser una persona honesta y he sentido una tranquilidad y alegría en mi corazón que el dinero nunca podría comprar. Gracias a Dios por alejarme de las cadenas del dinero y las ganancias; he aprendido a ser una persona honesta. ¡Que toda la gloria sea para Dios!


Testimonio de vida cristiana: La experiencia de metamorfosis de una doctora

2019-11-30 22:21:11 | la Fuente de la Vida

Cuando yo era niña, siempre que mi madre me llevaba al hospital a ver a un doctor y yo veía a todos los doctores y enfermeras con sus batas blancas corriendo de acá para allá, siempre pensaba que parecían ángeles vestidos de blanco. Sentía una gran admiración por ellos, y solía pensar: “Si yo también pudiera ser un ángel vestido de blanco cuando crezca, ¡eso sería fantástico!”. Como joven adulta, mis calificaciones escolares fueron excepcionalmente buenas y fui capaz de pasar el examen de entrada en la facultad de medicina, y finalmente mi profundo deseo se hizo realidad cuando me enviaron a cierto hospital de la ciudad para empezar mi carrera como doctora. ¡No puedes imaginar cuán feliz estaba yo el primer día que me puse una bata blanca! El deber profesional de los doctores es curar la enfermedad y evitar la muerte, ¡y eso hace que la profesión sea altamente respetada y noble! Yo tomé la determinación de estar a la altura del apodo, ángeles de blanco, siendo una doctora totalmente responsable y profesional comprometida con el alivio del sufrimiento de mis pacientes.

una doctora

Mi sueño empieza a resquebrajarse

Siguiendo la tendencia de la reforma y la apertura de China, mi hospital respondió con entusiasmo al eslogan del Gobierno central: “No importa si el gato es negro o blanco mientras cace ratas”. El antiguo sistema de trabajos de por vida con salarios fijos se suprimió, y todo pasó a tener relación con el rendimiento. Yo trabajaba en el consultorio del hospital y este estableció una cuota para la cantidad de pacientes que nosotros los doctores de las consultas teníamos que transferir a las habitaciones del hospital cada mes. Por cada paciente de menos que la cuota se nos multaba con 50 RMB. Cuando supe esto me enojé mucho, y pensé: “Así que aunque el paciente no tenga nada grave, ¿aún debemos enviarlo a las habitaciones? ¿No es esto una clase de fraude? Es una perversidad”.

Así que yo seguí tomando decisiones sobre la estancia hospitalaria de cada paciente únicamente sobre la base de mi diagnóstico de su enfermedad e ignoré la directriz del hospital. A final de mes, mi intransigencia llevó a que me dedujeran 500 RMB del sobre de mi paga. Los sobres de la paga de otros doctores eran gruesos y pesados mientras que el mío era lamentablemente fino. Todos ellos me miraban de una manera extraña, y los oí decir cosas como: “Ella es estúpida. Ni siquiera puede llegar a la cuota de admisiones en las habitaciones”. “¡Totalmente! Nuestra consulta excedió la cuota”. El director en jefe del hospital me buscó para reprenderme: “¡Xiaoliu! El Gobierno nos da muy poco dinero en estos días, así que tenemos que equilibrar las cuentas nosotros mismos. Si no conseguimos el dinero de los pacientes, ¿cómo se supone que vamos a pagar los salarios de la plantilla? ¡Si cada doctor tratara a sus pacientes de la forma en que tú lo haces, el hospital tendría que cerrar sus puertas de inmediato!”. Cuando oí esto, no pude evitar gritar para mis adentros: “¡Estáis convirtiendo a buenas personas en ladrones!”. Me marché de la oficina del director con lágrimas en los ojos. Uno de los colegas con quien me llevaba bastante bien me instó a reconsiderar: “No seas tan tozuda. ¿A quién no le importa el dinero en estos días? Como reza el dicho: ‘Cada hombre por sí mismo y sálvese quien pueda’. Todos trabajamos el mismo número de turnos a lo largo del mes y tú ves a tantos pacientes como cualquiera y tus habilidades profesionales son tan buenas como las de cualquiera, pero tu paga es mucho menor. ¿Eres realmente tan angelical que ya no necesitas comer? ¿Te ves como una bodhisattva que guía a las masas a algún cielo budista?”. Tras seguir el “consejo” de mi colega, llegué a entender gradualmente el verdadero significado del dicho “La naturaleza selecciona, el más adecuado sobrevive”.

Aceptación del fraude de las admisiones hospitalarias

Frente a las crueles realidades de la vida hospitalaria, no tuve otra elección que cambiar mis formas y aceptar las reglas de la dirección. Con el fin de realizar el trabajo asignado a mí y que me pagaran más, yo también empecé a enterrar mi conciencia y a enviar a las habitaciones pacientes que no necesitaban permanecer ingresados en el hospital. Yo esbozaba habitualmente una sonrisa cuando engatusaba y engañaba a estos pacientes, y ellos nunca sabían qué estaba ocurriendo. Con el fin de obtener el tratamiento apropiado, ellos siempre confiaban en mí y obedecían todo lo que yo decía, y estaban incluso muy agradecidos. ¿Cómo podían saber que detrás de la sonrisa de su doctora se escondía un verdugo experto? Recuerdo una vez en que examiné a una mujer que acababa de sufrir una inflamación ginecológica leve. Con el fin de conseguir más dinero de ella, la asusté diciéndole: “Tu enfermedad es bastante grave. Si no nos damos prisa y te ingresamos en el hospital, va a ser un gran quebradero de cabeza tratarla”. La paciente me preguntó resignadamente cuál era la “enfermedad” y yo le dije que era xxx, un tipo de infección viral. La mujer se asustó mucho y empezó a llorar. Yo sentí remordimientos inmediatamente por haberla engañado y quise contarle la verdad, pero después pensé que no hacer el trabajo que me habían asignado no sólo significaría que mis colegas se burlarían de mí y mis directores me criticarían sino también menos paga. Por tanto, apreté los dientes y permanecí en silencio. A causa de mi intimidación, la mujer acabó quedándose en el hospital durante un período de tiempo. Al principio de comportarme así, aún sentía un poco de compasión por los pacientes, pero conforme pasaba el tiempo mi conciencia empezaba a desaparecer lentamente y me sentía cada vez más insensible.

Las comodidades materiales nunca pueden aliviar el sufrimiento espiritual

Todo mi ser se consumió con el deseo de ganar dinero, y además de estafar a los pacientes yo aprovechaba cualquier oportunidad que surgiera en el hospital para llenarme más los bolsillos. En nuestro departamento, si los doctores realizaban cirugías a los pacientes, podían embolsarse los honorarios sin tener que compartirlos con el hospital. Así que para ganar más dinero empezamos a realizar tantas operaciones como podíamos. Una cirugía siempre implica riesgos, pero nos volvimos temerarios para ganar más dinero, y en el plazo de un mes, los honorarios bajo cuerda fueron varias veces mayores que nuestros salarios mensuales. Con una cartera siempre llena de efectivo, empecé a comprar artículos de diseño. La calidad de mi ropa y mis accesorios aumentó de forma espectacular, y si veía algunos cosméticos que me gustaban, no dudaba en sacar mi tarjeta de crédito y comprarlos. Mis amigos y familiares empezaron a mirarme con admiración. Pero en mitad de la noche, cuando todo estaba en silencio, yo pensaba en que estaba realizando operaciones bajo cuerda en el hospital. ¿Qué pasaría si cometía un desliz un día? Pensar en esto era suficiente para que yo tuviera escalofríos. Cada día todas mis energías y mi capacidad intelectual se centraban en hacer dinero sin la más mínima pizca de conciencia. Yo estaba viviendo como una zombi y no sabía por qué estaba viviendo en esta tierra o de qué iba la muerte. Yo no tenía ninguna dirección en absoluto en mi vida… Mi inquietud y sufrimiento espirituales me estaban torturando hasta el punto de quitarme el sueño, y ahí es cuando me di cuenta de que la comodidad material nunca podría resolver el problema del miedo en mi corazón. De hecho, cuanto mayores eran mis ganancias inmorales, más vivía yo en el temor y la agitación…

La gracia de la salvación de los últimos días viene a mí

Un día de mayo de 2007, yo estaba charlando con una colega que me conocía bien, la cual me dijo: “Todos hemos conseguido mucho dinero y a todos nos gusta tener toda esta ropa de diseño y artículos de lujo. Se mire por donde se mire, deberíamos estar felices y satisfechos pero ninguno de nosotros se siente así. En realidad, nos sentimos vacíos e inquietos”. Las palabras de mi colega describían exactamente cómo me estaba sintiendo yo. ¿Acaso no era yo así? Pero ¿quién podía ver claramente cuál era la raíz del problema? Cuando yo estaba meditando sobre esta pregunta, mi colega me dijo que ella creía en Dios y que había encontrado las respuestas que necesitaba en las palabras de Dios. Ella sacó un libro y me leyó un pasaje de las palabras de Dios: “Por ejemplo, si les preguntas a algunos hacedores de maldad: ‘¿Por qué haces eso?’. Te responderán: ‘Cada uno para sí mismo y sálvese quien pueda’. Esta sola frase expresa la raíz del problema: la lógica de Satanás se ha convertido en la vida de las personas e, independientemente de lo que hagan, sea con un propósito u otro, sólo lo hacen para sí mismos. Todas las personas piensan ‘Cada uno para sí mismo y sálvese quien pueda’, que así son las cosas, así que cada uno debería vivir sólo para sí mismo. ‘Asegurarse una posición para las comodidades de las criaturas’, es la vida y la filosofía del hombre, y también representa la naturaleza del hombre. ‘Cada uno para sí mismo y sálvese quien pueda’; esta frase de Satanás es, precisamente, su veneno; y cuando el hombre la interioriza, se convierte en su naturaleza. La naturaleza de Satanás se manifiesta a través de esta declaración; lo representa por completo. Este veneno se convierte en la vida del hombre y en el fundamento de su existencia; la humanidad corrupta ha sido sistemáticamente dominada por esto, durante miles de años” (‘Cómo tomar la senda de Pedro’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). La colega habló entonces sobre esto conmigo: “Durante los últimos miles de años, nosotros, la humanidad, hemos estado bajo la influencia de Satanás y hemos estado absorbiendo las enseñanzas absurdamente erróneas de Satanás. Todo esto de ‘El dinero es lo primero’, ‘Cada uno por sí mismo y sálvese quien pueda’, ‘La naturaleza selecciona, el más adecuado sobrevive’, etc. Estas filosofías de vida satánicas se han convertido en las reglas y consignas para nuestra existencia en la tierra. Tratamos las ideas ridículas de Satanás como algo positivo que debe seguirse, y si no vivimos según estas cosas entonces otras personas nos verán como poco convencionales y extraños y no tendremos forma de tener una posición y sobrevivir en la sociedad. Pero que nosotros vivamos según estas filosofías satánicas y siempre estemos buscando maneras de ganar dinero de nuestros pacientes significa que, a pesar de tener los lujos y las comodidades que el dinero puede comprar, a pesar de tener una posición en la sociedad, nunca podemos sentirnos felices y satisfechos. En cambio, lo único que sentimos es miedo, agitación, vacío y dolor. Satanás usa estos métodos tóxicos para corrompernos y engañarnos de forma que permanezcamos bajo su poder, siendo continuamente torturados y abusados… Si queremos librarnos de esta existencia dolorosa y dejar de ser corrompidos por Satanás, debemos venir ante el Señor de la Creación y aceptar la salvación de Dios y Sus provisiones para la vida. Esta es la única manera de escapar de las garras de Satanás y de vivir bajo el cuidado y la protección de Dios. Como dicen las palabras de Dios: ‘Sólo cuando el hombre recibe la salvación de Dios y Su provisión de vida para él pueden resolverse las necesidades, el anhelo de explorar y el vacío espiritual’ (‘Dios preside el destino de toda la humanidad’ en “La Palabra manifestada en carne”)”.

Estas palabras de Dios y lo que mi colega me habló me conmovieron en el fondo de mi corazón. Recordé cómo solía actuar con conciencia cuando trataba a mis pacientes, defendiendo siempre el juramento hipocrático para evitar la muerte y curar la enfermedad. Pero, después de que mis colegas se burlaran de mí, la alta dirección me criticara y el pensamiento de las ganancias materiales me sedujera, yo también sucumbí gradualmente a las tendencias malvadas. Mi moralidad se derrumbó y ahora yo haría cualquier cosa para ganar dinero sin la menor consideración por la difícil situación de mis pacientes o por si ellos morían o vivían. Sí, satisfice todos mis deseos materiales y obtuve la admiración de los que estaban a mi alrededor, pero el glamur superficial nunca podía borrar el dolor que yo estaba sintiendo en lo profundo de mi alma. Lo que más necesitaba ese lugar profundo de mi alma no era la comodidad material sino la salvación de Dios, y sólo viniendo ante Dios y obteniendo la provisión para la vida de Sus palabras podría yo ser capaz de librarme de la corrupción y la aflicción de Satanás y obtener de nuevo la semejanza de un ser humano que tiene respeto por sí mismo e integridad. Como consecuencia, yo acepté alegremente la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso y pronto empecé mi vida de iglesia con los hermanos y hermanas. Leíamos las palabras de Dios y hablábamos sobre las verdades, y yo vi que todos los hermanos y hermanas eran inocentes y abiertos, siendo honestos. Siempre que revelaban su carácter corrupto, eran capaces de usar las palabras de Dios para reflexionar y obtener de esta forma conocimiento de sí mismos, y eran capaces de buscar verdades para resolver los problemas. Se apoyaban unos a otros y se llevaban armoniosamente bien, sin involucrarse nunca en intrigas o murmuración. En todos mis años yo nunca había encontrado un grupo como este; era como otro mundo, y era la vida que yo había estado anhelando desde lo profundo de mi alma. Yo amaba y apreciaba mi nueva vida, y me integré rápidamente en la gran y acogedora familia.

Los acontecimientos revelan la profundidad de mi degradación

Un día en el que yo estaba de turno entró una pareja de ancianos, y al examinarlos descubrí que tenían una infección bacteriana común que podía tratarse adecuadamente con algunos medicamentos corrientes sin receta. Pero, si sólo les prescribía estos medicamentos, no ganaría ningún dinero. Así que, con la floritura habitual de mi pluma, les prescribí medicamentos que eran muchas veces más caros para poder conseguir una comisión. Pero cuando la pareja de ancianos fue a la farmacia y sumaron la factura de los medicamentos, descubrieron que no tenían suficiente efectivo a mano y tuvieron que marcharse con las manos vacías.

Después de terminar mi turno, de repente me sentí asqueada y muy mareada. Me pregunté: “Yo siempre he estado sana, ¿cómo he llegado entonces a sentirme de esta manera de repente?”. Al llegar a casa me arrodillé apresuradamente ante Dios, oré y busqué. Más adelante, leí estas palabras de Dios: “Puedes hacer algo, no tener ningún sentimiento particular sobre ello y los demás tampoco lo saben; pero Dios sabe. Él no te dejará ir y te disciplinará. La obra del Espíritu Santo es muy detallada. Él observa con mucho detenimiento cada palabra y cada acción de las personas, cada uno de sus actos y de sus movimientos, cada uno de sus pensamientos y de sus ideas, de forma que las personas puedan ganar una conciencia interna de estas cosas” (‘Los que serán hechos perfectos deben someterse al refinamiento’ en “La Palabra manifestada en carne”). Y ahí es cuando se me ocurrió que el malestar que yo estaba sintiendo era la mano amorosa de Dios, Su juicio y castigo, entrando en mí. Reflexioné sobre mi conducta y mis acciones durante el día y sobre cómo yo sólo me había preocupado por beneficiarme y había prescrito esos medicamentos caros a expensas de una pareja de ancianos que tuvo que marcharse del hospital sin medicación alguna. ¿No estaba yo engañándolos al causar que su tratamiento se retrasara? Pensé sobre cómo cada día yo me consumía calculando cuánta comisión podría conseguir por cada prescripción o cuánto podría cobrar por cada operación. Mi cabeza estaba tan llena de pensamientos de dinero que me había convertido en una doctora despiadada e inhumana a la que no le importaban un ápice sus pacientes. Pero Dios había examinado todas mis motivaciones y propósitos —ni siquiera uno de mis pensamientos era capaz de escapar de la vista de Dios— por lo que esta vez, cuando hice algo malvado, a Dios le dio pena dejarme caer en la trampa y la red de Satanás, y en su lugar me provocó un malestar físico para hacerme reflexionar y conocerme mejor. Dios me hizo ver que Él odiaba mi conducta y mis acciones, las cuales no eran las de un ser humano apropiado. Cuando pensé en esto sentí un profundo remordimiento, y viniendo ante Dios oré: “¡Oh Dios! Gracias por haberme dejado ver que he sido tan profundamente corrompida por Satanás hasta el punto de que he perdido mi buena conciencia. ¡Oh Dios! Estoy dispuesta a arrepentirme en Tu nombre, e intentaré ser una persona con conciencia y humanidad conforme a Tus palabras…”.

Vivir en la felicidad verdadera sobre la base de las palabras de Dios

Un día una mujer joven vino a mi consulta para un tratamiento, y tan pronto como entró en la habitación, empezó a suplicarme: “Doctora, por favor, por favor prescríbame alguna medicina adecuada. Me pica todo el cuerpo, y me ocurre desde hace mucho tiempo. He estado en todos los demás hospitales, grandes y pequeños, y he gastado casi diez mil yuanes hasta ahora, pero el picor sigue ahí. Si puede ayudarme, pagaré tanto como tenga que pagar”. Tan pronto como oí eso, me llené de una astuta alegría y pensé: “Así que tienes mucho dinero —debe ser mi día de suerte—. Tú viniste a mí, así que te mereces que te desplume”. Durante un momento, consideré rápidamente qué cara medicina podría proporcionarme la mayor comisión, y entonces, con la floritura de mi pluma, escribí la prescripción. Pero justo cuando le estaba dando la prescripción a la paciente, pensé de repente en algunas de las palabras de Dios que yo había leído algunos días antes: “Esa lengua de serpiente tuya arruinará finalmente tu carne que causa destrucción, y lleva a cabo abominaciones; y esas manos tuyas que están cubiertas con la sangre de espíritus inmundos también empujarán finalmente a tu alma al infierno. ¿Por qué no aprovechas esta oportunidad de purificar tus manos que están cubiertas de inmundicia? ¿Y por qué no aprovechas esta oportunidad de cortar esa lengua tuya que habla palabras injustas? ¿Podría ser que estés dispuesto a sufrir bajo las llamas del infierno por tus dos manos, tu lengua y tus labios?” (‘¡Vuestra personalidad es tan baja!’ en “La Palabra manifestada en carne”). Las estrictas palabras de Dios me hicieron sentir que Él estaba casi delante de mí, preguntando: “¿Podría ser que estés dispuesto a sufrir bajo las llamas del infierno por tus dos manos, tu lengua y tus labios?”. Sentí un momento de miedo y humillación. Todas las cosas en las que había estado pensando eran malvadas, sin la menor pizca de bondad en ellas. Dios sabía que yo no tenía la fuerza para vencer al pecado por mí misma, y se preocupó por que yo pudiera desviarme de Su senda de nuevo y, por lo tanto, había escogido estas estrictas palabras para juzgarme y castigarme a tiempo. Él me había hecho ver que Su carácter justo no podía ser ofendido, y mi corazón se volvió a Dios una vez más con temor y respeto y di la espalda a hacer el mal. Le quité rápidamente la prescripción a la paciente y le dije: “¿Qué tal si realizo un examen completo para ver qué está causando tu mal, y después te escribo una prescripción?”. Después de examinarla, le dije: “Este picor no es una infección bacteriana. Tienes ladillas, y puedes librarte de ellas de forma barata y fácil. Puedo garantizarte que dormirás muy bien esta noche”. La paciente realmente no parecía creer lo que yo había dicho, así que la miré de manera tranquilizadora asintiendo con la cabeza. Después de haberse ido ella, sentí por primera vez el placer de comportarme conforme a las palabras de Dios. Dos días después me encontré de nuevo con la paciente y ella rompió a llorar mientras las palabras de gratitud salían atropelladamente: “¡Gracias, Doctora Liu! ¡Gracias, Doctora Liu! Es usted realmente una buena doctora. Gasté todo ese dinero en el pasado en esos otros doctores, pero usted me dijo cómo curar mi mal por sólo unos pocos yuanes. Tengo mucha suerte de haber conocido a una doctora tan buena. No puedo agradecérselo lo suficiente…”. Al oír lo que dijo la paciente, yo di gracias y alabé a Dios en silencio. Yo sabía que eso no fue porque yo fuera particularmente buena, sino a causa del efecto que habían tenido en mí las palabras de Dios Todopoderoso.

El principio de una nueva vida

Dios había usado Sus palabras para juzgarme, proveer para mí, dirigirme y guiarme, y trajo lentamente de vuelta a la vida a mi conciencia desaparecida de forma que yo pudiera vivir un poco como un ser humano verdadero. Ahora mi vida no tiene que ver simplemente con hacer dinero, y ya no estoy basando mi vida en venenos satánicos como “El dinero es lo primero”, “Cada uno por sí mismo y sálvese quien pueda”, “el más adecuado sobrevive”, etc. Yo he dejado que las palabras de Dios sean mi nueva vida y las directrices por las que yo actúo. En las palabras de Dios he encontrado la verdadera dirección para la vida y tengo un objetivo para cómo comportarme. Yo sigo cantando himnos y orando-leyendo las palabras de Dios con los hermanos y hermanas cada día y estoy intentando hacer todo lo posible por cumplir mis deberes como una de los creados. Soy como uno hijo pródigo que ha estado perdido durante muchos años y que siente una maravillosa calidez, paz y seguridad cuando vuelve finalmente a los brazos de su madre. ¡Toda la gloria sea a Dios Todopoderoso!

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